Esto de estar metido en política tiene, como otras ocupaciones casi todas no forzadas, la característica de que no te deja tiempo libre. Se empieza pensando en dedicarle unas horillas que tienes muertas y no sabes en qué emplear y se acaba dedicándole todo el tiempo disponible, incluso el que deberías dedicarle a tu propia vida.
Apenas hace dos semanas que estuvimos de elecciones y ya estamos pensando en la próxima cita electoral. Pasamos el interruptor de “autonómicas” a “municipales”, y a trabajar se ha dicho.
La verdad es que los resultados cosechados el pasado 19 de junio no invitan al optimismo. Comprobar una vez más como ese optimismo, las ganas, la ilusión y el trabajo no se ven recompensados no es la mejor manera de afrontar un nuevo proceso.
Pero, qué se le va a hacer. Esto es así. Como dice el fantástico entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone, hay que ir partido a partido. Y los resultados de un partido ni obligan ni auguran los siguientes, aunque hay que reconocer que mosquean.
El tema de las elecciones municipales
es distinto a cualquier otro. Para mí son las más importantes. Quizá por mi
convencimiento en que la política tiene que ser algo cercano y,
sobre todo,
útil.
Ahora no hablaremos de obras, medidas, propuestas, a realizar a cientos de kilómetros. Ahora daremos nombres que conocemos, calles que transitamos, problemas que padecemos.
La verdad es que la tesitura, hablo ya de Jaén capital en concreto, no es buena. El pre-análisis no resulta esperanzador. Las derechas salen fortalecidas, Jaén Merece Más intentará dar el do de pecho en lo que sería su “partido en casa” y los demás….¡ay, los demás!
A un PSOE que ha sido incapaz de ganar en votos en uno de sus mayores feudos, hay que añadir la división del resto de las opciones progresistas. Si nada lo remedia nos vamos a encontrar con varias papeletas que defienden un mismo modelo y que proponen soluciones similares pero entre las que habrá que elegir una, volviendo, en ese caso, a minimizar tanto los efectos que haga que no se consiga nada.
De momento, y que me perdonen si me olvido de alguien, tendremos la papeleta de Unidas Podemos (IU+Podemos), Adelante Andalucía, Verdes EQUO, Más País, Jaén Sentido y Común y otra serie de grupos que habitualmente se presentan.
Suponiendo que no se alargue la coalición Por Andalucía que ha hecho su estreno en las autonómicas del 19J y que de momento no sabemos si seguirá de cara a las municipales. Porque ello haría que Unidas Podemos, Verdes EQUO y Más País fueran en una misma papeleta. Eso, que ya de por sí puede ser significativo, por la simplificación, no asegura mejores resultados, como se ha visto en las autonómicas, pero al menos aclararía algo el panorama.
Y yo lo que me pregunto en los últimos días de manera insistente es si no habrá llegado ya la hora de intentar algo diferente, no sé, igual a alguien se le ocurre que ya van suficientes trastazos como para que espabilemos.
¿Es posible, solo posible, que alguien se dé cuenta de que a la gente el discurso de siempre, dicho por las personas de siempre, ya no le ilusiona? No sé, llámame loco, pero igual…
A ver, seamos serios. Ya hemos comprobado que somos capaces de articular coaliciones basadas en las sopas de letras. También en la amalgama de “líderes” que sonríen sin parar aunque se les note a la legua que no están en absoluto cómodos. Hemos visto que la presencia y el llamamiento al orden de figuras de primer orden nacional no hace que las tornas cambien. Igual es que no lo estamos haciendo bien. ¿No?
La gente está harta de proyectos vacíos, y un proyecto que lleva años ofreciendo lo mismo y no ha conseguido nada es un proyecto vacío.
También está más que harta de que no se les escuche. Y llevan razón. Ya está bien de decidir sobre todo lo que ocurre a nuestro alrededor sin que las personas que lo van a sufrir y padecer tengan la posibilidad de decir y aportar lo que piensen. Si la ciudad es para todas las personas, pensémosla y diseñémosla entre todas.
Quizá lo más lógico sería iniciar un proceso participativo, abierto de verdad a la ciudadanía, en el que se puedan acordar cuatro o cinco medidas en las que estemos de acuerdo. Luego habría que seguir definiendo el proyecto, pero ya sobre una base de partida, un compromiso de colaboración. Y siempre, con voluntad de acuerdos, no de imposiciones. Tanto en formas como en fondos.
Al hablar de empleo, de movilidad, de energía, de transición ecológica, de vivienda, del casco histórico, de la Universidad, del comercio… podemos estar en puntos separados y que nos lleve a debatir, pero nunca nos puede hacer que las diferencias impidan que se hagan las propuestas y se facilite el cambio de modelo.
Está claro que todo el mundo no querrá participar, pero tenemos que hacer que sean ellos quienes expliquen porqué, y no al revés. La política local no debería ser ni fuente de conflictos, abonados por quienes los dirigen desde la lejanía, ni trampolín desde el que acceder a mayores metas. No hay mayor meta que diseñar una ciudad en la que podamos vivir nosotros y todas las personas que conocemos.
Sé que puede sonar iluso, pero es que las propuestas que vienen avaladas por cantidades ingentes de “realidad” no auguran ni preparan un futuro mejor. Y, para mí, la capacidad y la inteligencia colectiva de la ciudadanía comprometida puede mucho más que cualquier ideario maquetado y encuadernado.
Hagamos el trabajo preliminar. Encontrémonos y hablemos. Seguro que salen cosas en común. Y si no, pues al menos lo habremos intentado. Pero, ¿y si es que sí? ¿Y si resulta que teníamos muchos puntos en común y no lo sabíamos, o sí lo sabíamos y los íbamos echando para atrás, tanto que llegábamos a no verlos?
Yo creo que estamos a tiempo y en el mejor momento para dar una lección de responsabilidad. Y estoy seguro de que hay mucha gente dispuesta a hacerlo. Diseñemos la ciudad que queremos. Es lo próximo que nos toca.
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