Seguimos atravesando tiempos complicados. Una emergencia sanitaria a nivel global, en forma de pandemia denominada COVID19, lleva tiempo copando todos los informativos, noticias y conversaciones en todos los rincones del planeta. Ahora, cuando parecía que íbamos a recuperar una cierta normalidad, nos enfrentamos a una guerra en Europa que nos recuerda que ninguna estructura democrática está exenta de la amenaza de quienes ponen por encima sus propios intereses.
Esta situación tiene además una característica adicional. Como si nuestras mentes no dieran para analizar dos cuestiones a la vez, todo, desde hace dos años, se ha teñido de una nebulosa que hace que cualquier problema, anterior o surgido durante la pandemia, ha dejado de tener importancia y espacio en nuestro imaginario. Parece que hemos decidido abandonarnos a un tiempo de espera para, simplemente, esperar a ver qué pasa. Parece que lo único que hemos aprendido es que no merece la pena hacer planes, porque siempre puede venir algo inesperado que te los eche por tierra.
Pero hay algo que debemos tener seguro, cuando todo esto acabe aquellos problemas seguirán ahí, incluso agravados en muchos casos por inacción o porque se haya aprovechado este tiempo para avanzar en las causas que los motivaron. Lo urgente sigue dejando sin espacio a lo importante y el paro, la precariedad, la situación de los servicios sociales, el acceso a la vivienda, la emergencia climática, el futuro laboral y personal de la juventud, etc, no encabezan salvo raras excepciones los informativos.
En medio de todo eso, nuestra ciudad sigue adelante. A trancas y barrancas, como casi todas. Con la vista puesta en la situación sanitaria y en las repercusiones en nuestras familias y en nuestras vidas. Acomodándonos a la nueva situación en la que las mascarillas y las PCR’s han dejado espacio y ya no suenan tan imprescindibles, toda vez que las noticias sobre enfermos y fallecidos llegan también con una cadencia mucho más baja.
Y, a la vez, las cosas siguen pasando. Tenemos un Ayuntamiento endeudado que sigue defendiendo la privatización de los servicios, se sigue maltratando nuestro entorno, no se hace nada por mejorar la movilidad en la ciudad, no se habla del aumento de la precariedad laboral y la ausencia de inversiones de futuro, la cultura y el patrimonio histórico siguen abandonados respirando solo por esas noticias grandilocuentes sobre descubrimientos arqueológicos…
En definitiva, la ciudad sigue adelante mientras todos nos hemos quedado quietos, inmóviles como personajes hechizados de un cuento infantil.
Ante esto quienes tenemos algún tipo de responsabilidad y un mínimo de sensibilidad debemos dar un paso adelante y preparar el paso a una situación que supere en mucho la llamada “nueva normalidad”. Un concepto que se refiere a volver a la situación anterior, reivindicando la frase “que todo cambie, para que todo siga igual”
Pero, a pesar de todo esto, podemos ver que sí que se dan algunos cambios en la mentalidad de la gente. Quizá pequemos de ilusos, pero está claro que existe una conciencia medioambiental que despunta en la ciudadanía. Se ha visto que seguir adoptando las mismas medidas que siempre se han presentado como salvadoras de la situación no nos lleva sino a mantener el proyecto, más que consolidado, de ruina para la ciudad y la mayoría de sus habitantes. Y sabemos que no podemos seguir así, la inacción no es una opción y mirar para otro lado es actuar en contra del bien común.
Es difícil provocar movimiento en un entorno en el que la inercia parece diseñada para hacer que todo se pare. Tenemos que luchar, en primer lugar, por alejar de nuestras mentes la idea de que no hay nada que hacer y de que cualquier esfuerzo va a ser en vano. Ni es verdad, ni es una percepción sin importancia. De esa apatía hacen su beneficio aquellos para los que el bien común de la ciudadanía y de Jaén no les importa en absoluto.
Ha llegado el momento de establecer una hoja de ruta de reuniones, conversaciones, puestas en común y definición de un proyecto para la ciudad, que podamos compartir con muchas personas y organizaciones de Jaén. Sin prisa pero sin pausa, se debería elaborar un calendario de encuentros entre la ciudadanía, organizada o no, e ir estableciendo contactos con quienes creamos que pueden estar interesados y con quienes podamos compartir proyectos, sin excluir a nadie y apoyando, muy especialmente, a quienes ya llevan años trabajando en proyectos ciudadanos. Crear así una plataforma que nos permita avanzar en común hacia un proyecto ilusionante que dé perspectiva de futuro.
En este caminar, Verdes EQUO, representante en España del Partido Verde europeo, debe jugar un papel importante. Sabemos de la importancia de la cooperación en política y no vamos a escondernos ni a escurrir nuestra responsabilidad. La ecología no puede ser una rama separada en un programa, sino que debe atravesar, de manera transversal, todas las propuestas para diseñar una ciudad amable, solidaria y sostenible.
Estamos preparados y tenemos un proyecto que compartir. Además gozamos de estima y consideración en otras organizaciones, donde saben que no nos mueve el afán por acaparar méritos, sino las ansias de poder poner en marcha una transición ecológica que se antoja cada vez más urgente.
Pronto habrá elecciones autonómicas y, con toda su importancia, serán solo la antesala de las próximas elecciones municipales. Y es ahora, con las propuestas ciudadanas y la petición de responsabilidades, cuando se empieza a diseñar el futuro de la ciudad. Un futuro que ni empieza ni termina en las urnas, pero en el que las mismas juegan un papel muy importante.
Puede parecer pronto, pero no se puede perder el tiempo porque las prisas no son buenas consejeras y los apuros los acaban pagando los de siempre.
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