Ya ha acabado
el año y aún seguimos, y por mucho tiempo por lo que parece, intentando
responder a lo que ha sido políticamente el 2019. Agitado sin duda por dos
hechos fundamentales: el llamado “tema catalán” y el ascenso de la extrema
derecha.
Dos temas que
guardan más conexión de la que pueda parecer, por aquello de que los
nacionalismos se alimentan entre sí, y que se han convertido en los ejes de las
sucesivas campañas electorales, dejando de lado temas como el paro, la
corrupción, la desigualdad o la emergencia climática.
Pero,
¿realmente se han dejado de lado o son éstos los causantes del auge de
aquéllos?
No quiero
entrar aquí en lo que a Cataluña se refiere, con sus referéndums, alardes y
bravuconadas por ambas partes que dejan de lado siempre a la mayoría de la
gente, que está mucho más dispuesta a entenderse de lo que parecen estarlo
quienes les (nos) gobiernan, y sí en lo
que al ascenso de la extrema derecha supone, representado no solamente en la
subida en resultados de VOX, sino en el giro llevado a cabo dentro del PP y en
la defensa de posturas acordes por parte de asociaciones de distinta índole, y
que se están traduciendo ya en medidas de clara involución allí donde
gobiernan, defendiendo modelos y propuestas que en muchos casos se creían ya
superadas.
Hay que decir
que la estrategia que han seguido es muy buena. Basándose en dos o tres temas
Fuente: eldiario.es |
Argumentos
fáciles, directos, casi siempre sin apoyo de datos o informes oficiales pero
repetidos hasta la saciedad para dotarlos de una pátina de credibilidad, han
sido las armas usadas. Además de cierta chulería que entronca directamente con
el “estamos hartos”, con el que es fácil identificarse.
Y la pregunta que
muchos nos hemos hecho es ¿de verdad hay de repente en España tanta gente que
se identifique con lo que la extrema derecha propone?
Y la respuesta
es que no. Y es que no solo estamos equivocando la pregunta, sino que estamos
buscando respuestas donde no las hay.
El ascenso de
la extrema derecha no proviene de causas raciales o nostálgicas, sino
económicas, sociales y políticas y es contra ellas contra las que debemos
luchar si queremos frenar ese ascenso. La corrupción, la desigualdad, la
pobreza, la ausencia de futuro…son realmente las muletas de la extrema derecha.
En su
estrategia, y frente a lo que pueda parecer desde fuera, hacen bien en centrar
sus soflamas en temas raciales, homófobos y misóginos pues esto desvía la
atención de sus propuestas económicas y sociales que no hacen sino ahondar en
una sociedad que no ha sabido garantizar unos mínimos de vida dignos para todas
las personas.
Y la
constatación de este hecho les dejaría huérfanos de apoyos. Apoyos que, por
otro lado, no sabemos adónde irían si no hemos construido antes una alternativa
viable, justa y solidaria.
Si queremos
combatir a quienes atacan nuestros derechos y libertades, no podemos hacerlo
reduciéndolos o conformándonos con menos. Al contrario, como he leído alguna
vez, la democracia se defiende con más democracia. Si el descontento y la falta
de perspectivas son los culpables de la desmovilización de la gente y su
apuesta por un discurso que les suena diferente y provocador,
Desigualdad. Fuente: blog Intermon Oxfam |
La lucha
contra la emergencia climática, contra la pobreza y la desigualdad, contra el
paro, no es que sean opciones para plantear el futuro, es que son la realidad
de un presente plagado de retos en el que el papel director que los partidos
han venido desempeñando no tiene ya ningún valor, sino que tienen que
convertirse en lo que siempre debieron ser, herramientas al servicio de la
ciudadanía que debe ser quien determine el rumbo que queremos tomar. Deben
dejar de ser piezas del engranaje del sistema para convertirse en correctores
de su rumbo.
Por otro lado,
la movilización lleva aparejadas participación y responsabilidad y si no somos
capaces de convencernos de ello seguirán ganándonos terreno hasta hacer
desaparecer cualquier expectativa de un futuro diferente. También tenemos
culpa, como ciudadanos y, algunos, políticos, de haber llegado hasta aquí. El
que nunca hayamos votado a la extrema derecha no nos quita que desde nuestra
posición de defensa de otras opciones políticas no hayamos sabido ofrecer una
alternativa al discurso del odio y la exclusión.
El modelo de
sociedad que defendemos se define cuando votamos, pero también cada día, en la
calle, en los barrios, en las decisiones cotidianas que tomamos. Y ahí es donde
tenemos que dar la doble batalla, demostrar que somos capaces de asumir nuestra
responsabilidad y no conceder ninguna victoria, ni tan siquiera parcial, a
quienes pretenden reducir nuestros derechos. Porque los derechos ni se opinan
ni se negocian, se promueven y se defienden.
Quizá como
propósito para este año que apenas empezamos pueda sonar muy ambicioso, pero
desde luego que sin ambición no podremos cambiar el mundo. Yo me quedo con la
realidad de las movilizaciones por el clima, de los 8M y 25N, de las mareas por
los servicios públicos, de las plataformas por el ferrocarril, de los Open Arms…ese
es mi 2019 y sobre ése propongo construir los que vienen. Con pequeños gestos
haremos grandes gestas, estoy seguro.
Feliz
año nuevo.Publicado en https://andaluciainformacion.es/andalucia-mas-que-verde/872902/2019/ el 20 de Enero de 2020
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