Estamos acostumbrados a
movilizarnos solo a base de grandes gestos, de fechas señaladas o tragedias
mediáticas. Nunca un héroe de Marvel lo fue por salvar a un gato o por defender
a un enfermo sin derecho a un tratamiento que le salve la vida, siempre tuvo
que salvar al mundo de la destrucción a manos de un monstruo mutante o de un
villano de talla mundial.
Y esos no son los
héroes. Para mí hay unas personas que cada día se cuelgan la vitola de
heroicidad sin hacer grandes alardes y sin apenas darle importancia, luchando
por los demás con pequeños gestos que hacen siempre un doble efecto: trasladan
comprensión y humanidad y provocan movilización y solidaridad.
Yo tengo la suerte de
conocer a uno de estos héroes. Se trata de Miguel Ángel, un jienense que tiene
la peregrina y absurda idea de que solidaridad y deporte forman la pareja
perfecta.
Ya ves, cualquier cosa,
querer mover el mundo sin dinero de por medio. Pufff.
Y lo mejor de todo es
que lo consigue.
¿Qué, cómo te has
quedado? A que ahora quieres saber más. Claro, eso me pasó a mí.
El caso es que Miguel
Ángel tiene una cualidad que no hace más que buscarle problemas, se trata de
Miguel Ángel, "Quixocan", con su inseparable Kenya |
Por eso, hace ya algún
tiempo decidió dar forma al Proyecto
Quixocán, una iniciativa que consiste en aunar deporte y solidaridad para
poner el acento en un tema concreto. A este proyecto ha ido sumando a otras
personas que colaboran de manera totalmente desinteresada para que pueda seguir
adelante, personas contagiadas del entusiasmo de Miguel Ángel y entre las que
hay que hacer una mención muy especial para Lola, sin cuyo apoyo logístico nada
saldría adelante.
A través de rutas que
con el tiempo se han ido alargando y complicando, Quixocán pone sobre la mesa
la situación de personas o colectivos provocando la colaboración de todos a los
que va tocando con su sonrisa y sus enormes ganas de hacer cosas.
Primero se trató de una
ruta por la provincia de Jaén, en bici, para ayudar a Celia, niña con déficit
de Factor V. Luego fue una ruta atravesando Andalucía de este a oeste para
pedir una mayor inversión en el Plan de lucha contra la diabetes, aprobado y
metido en un cajón y que ahora, ¡oh, casualidad!, empieza a moverse y a estar
en las agendas políticas. Ahora, en concreto a partir del próximo día 7 de
Abril, se trata de cruzar España, desde Jerez hasta Pamplona, para sensibilizar
en la lucha contra la enfermedad de Treacher Collins.
A Miguel Ángel y a Lola,
todo esto les provoca no pocos calentamientos de cabeza. Tener que entrenar de
manera específica, poner en marcha la logística, acordar reuniones para el
camino, organizar eventos solidarios…..
Y él no se lleva nada,
ni lo pide. No quiere ninguna donación económica, puesto que no lo hace por eso,
y solo acepta patrocinios puntuales en equipamiento necesario para la ruta.
Solo pretende arrancar compromisos de colaboración económica y de medios, que
gestionarán directamente la asociación nacional de Treacher Collíns, en este
caso. Miguel Ángel, Quixocán, va en régimen de supervivencia, acompañado por su
galga adoptada Kenya, y afirma que todo el esfuerzo está pagado con la sonrisa
y el apoyo de la gente, de su gente, de la que le ve como a un héroe.
Siempre está dispuesto a
dar una charla, a participar en un acto, a explicar lo que hace, pero siempre
desde la modestia, desde la posición de quien cree que en realidad él no es
importante y solo actúa como medio transmisor de una realidad apartada y
olvidada pero con la que tienen que convivir muchas personas cada día.
Y así, entregado en
cuerpo y alma a hacer un poco más felices a quienes le rodean va transcurriendo
la vida de Miguel Ángel. Él no busca las causas, son ellas las que se cruzan en
su vida. Y una vez dentro ya no salen, porque pasan a formar parte de ella.
Así es como Miguel Ángel
se convierte en un héroe, uno de tantos que hacen que el sol brille un día más
lejos de los focos mediáticos y de los grandes foros mundiales, pero que sin su
participación nada tendría sentido.
Es posible que de muchos
de estos héroes jamás lleguemos a saber sus nombres, de otros hablarán unos
minutos en la frenética agonía de los medios de nuestra sociedad, pero lo que
sí está claro es que para algunas personas son y siempre serán sus héroes.
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