Cuando dos partes se enfrentan usando el mismo argumento de defensa de la democracia es que, evidentemente, algo no estamos entendiendo. Es más, cuando quienes han demostrado no saber y no poder solucionar con diálogo sus diferencias son capaces de enfrentar a ciudadanos apelando a sentimientos patrióticos sólo para prevalecer sobre el otro, es que realmente no merecen desempeñar el papel representativo que tienen. Y no hablo solo de los presidentes de los dos gobiernos implicados, sino también de muchos que se han escondido y que en estos años solo han visto aquí la oportunidad para arañar votos y apoyos. Podría hablar de la obligación de cumplir la ley, de la necesidad de oír la voz del pueblo, de quien se ha ofrecido a hablar y quien no o de quien tenía la mano tendida y hacia donde, pero entonces esto sería un análisis más de los muchos que estos días llenan y llenarán las páginas de diarios, blogs, redes sociales y todo tipo de medios de difusión. Y no, no es eso lo que y