Vivimos en la sociedad más rica que el hombre haya conocido jamás y a la vez en la que más desigualdad, pobreza y sufrimiento genera. El sistema está basado en la centralidad de la economía y en la necesidad del crecimiento permanente. Se potencia el egoísmo, la individualidad, la competición por tener. Trabajamos para llegar a ser mejores consumidores. Nos convencen de que tenemos que luchar con los que tenemos al lado para conseguir falsas cotas de bienestar basadas en la posesión material con el argumento de dar el salto a otra clase social en lugar de cooperar para que toda la sociedad se desarrolle rompiendo así la conciencia de clase a la vez que destrozan el sistema de servicios públicos, verdaderos garantes de la igualdad y la cohesión social. El poder se encuentra concentrado en pequeños grupos que no contentos con habernos convertido en simples consumidores, han hecho de la privatización y posterior comercialización de los bienes imprescindibles y naturales su mayor