Hace unas semanas tuve ocasión de leer un artículo en la
edición online del Diario Ideal de Granada en la que se afirmaba que los
ciudadanos confían más en los ecologistas que en los políticos.
La lectura de este artículo me mueve a dos consideraciones.
La primera ya se desprende del propio título del mismo. La desafección de los
ciudadanos hacia los políticos, que por otro lado se la han ganado a pulso, no
para de crecer y parece irrecuperable. Esta realidad hace que aquellos que
hemos decidido dar un paso adelante y participar en un partido político nos
encontremos, incluso no teniendo nada que ver, ni nosotros ni nuestro partido,
con todos los tejemanejes habituales en la política de nuestro país, con un
clima de
hostilidad que nos dificulta aún más si cabe que podamos llegar a los
ciudadanos. La democracia necesita de partidos, de lo que no tiene ninguna
necesidad es de “trepas advenedizos” que, usando a los partidos como meros
trampolines de su codicia, han arruinado la credibilidad que los ciudadanos
otorgaban al sistema político. Los que abogamos por la participación ciudadana
como mejor antídoto contra la corrupción sabemos que es difícil hacer llegar
nuestro mensaje dado que no contamos con ninguno de los medios de difusión de
gran tirada y solo podemos usar aquellos que dependen de nosotros mismos. Si
además tenemos que justificar cada día el hecho de que estemos en política a
pesar de lo que otros han hecho entonces el camino se vuelve demasiado duro e
impenetrable. No estamos aquí para continuar por una senda en la que no
creemos. Lo que hacemos lo hacemos pensando en cambiar el sistema, apostando
por la regeneración democrática y la participación ciudadana y sabiendo que es
el único camino que puede hacernos evitar otros que solo nos conducen a
escenarios de dictadura y opresión.
Por otro lado está, ya en la lectura del artículo, la
afirmación de que la gravedad de la crisis y las altas cifras de paro hacen que
la preocupación por el medio ambiente haya caído dentro de la escala de los
problemas que más preocupan a los andaluces.
Está claro que aquí lo primero que debemos entonar los que
estamos apoyando y dando a conocer el proyecto de EQUO es un alto y claro “mea
culpa”. Por alguna razón, quizá entroncada con los párrafos anteriores, no
estamos pudiendo hacer ver a la sociedad que no se trata de elegir entre unos y
otros problemas. Al contrario, la ecología y el cuidado y la protección del
medio ambiente son la mejor arma que tenemos para defendernos de la crisis
económica y el paro. La Ecología Política aboga por conseguir la sostenibilidad
de manera transversal, es decir en todas y cada una de las políticas que se
pongan en marcha. Y, en palabras del coportavoz de EQUO Andalucía, Esteban de
Manuel, no hay nada más insostenible que seis millones de parados.
Afrontar esta crisis con soluciones parciales no dará ningún
resultado puesto que no es una crisis de “parcelas”, se trata de una crisis
total, sistémica. Estamos delante de una situación a la que debemos
enfrentarnos desde todas las vertientes que la componen, económica, medioambiental,
social, y el hecho de haber estado explotando el planeta como si sus recursos
fueran ilimitados es sin duda la más importante. Hablar de ecología en política
es mucho más que hablar de árboles y animales. Es hablar de energía, de
alimentación, de sanidad, de economía, de derechos sociales, de democracia y,
como no, de medio ambiente.
Tenemos que conseguir que los ciudadanos entiendan que la
ecología no es algo para ocupar nuestras
Hoy en día esta opción existe. Se puede elegir votar a un
partido que propone cambiar a un sistema que no mida el bienestar de la gente
en cuánto es capaz de endeudarse. Que sea capaz de revelarse contra los lobbies
que tratan de decidir cada una de las políticas que se ponen en marcha, y ponga
por delante los intereses de la ciudadanía a los de aquellos grupos que basan
todo su poder en su capacidad de intimidación y manipulación a su favor y que
no dudan en poner en peligro la economía mundial si con ello logran afianzar su
posición de privilegio.
A pesar de la preocupación por el medio ambiente y a pesar
de diferentes posicionamientos públicos apostando por afrontar un modelo de
desarrollo sostenible y un cambio en el modelo productivo todo esto no se
traduce en la subida clara de la opción que representa la ecología política en
nuestro país. Mucha gente piensa que la defensa del medio ambiente va en casi
todos los programas de los partidos tradicionalmente llamados de izquierdas.
Pero una simple mirada a la realidad del día a día nos lleva a concluir que es
solo una parte meramente propagandística de sus programas. No se explica si no
que partidos que dicen apostar claramente por la conservación del medio
ambiente voten a favor de reabrir la mina de Aznalcóllar, en lugar de apostar
decididamente por hacer un cambio en la economía y en el modelo de la comarca
afectada por el peor desastre medioambiental de nuestra comunidad; o que
mantengan en vigor licencias de exploración (y seguro más adelante explotación)
de gas de enquisto a través del Fracking.
No somos lo que decimos que somos, somos lo que hacemos y
tenemos que tenerlo claro y tenemos que dejarlo claro: si queremos ecología,
hay que votar ecología.
Como ciudadanos que somos no pedimos nada que no queramos
para nosotros mismos.
Particularmente yo no quiero convencer a nadie de nada con estas líneas.
Me conformo con provocar el interés por el proyecto y de que decidan
informarse. Estoy seguro de que lo demás vendrá solo.
Excelente artículo; necesitamos ese cambio de enfoque por el futuro de nuestros hijos y nietos. Cada día me parece más interesante esta agrupación política. Es una lástima que no se les conceda la difusión mediática que merecen.
ResponderEliminarHola, Antonio. Gracias por tu comentario. Efectivamente tenemos que contar con la falta de difusión de las ideas porque no interesa que se sepa que más gente cada vez las apoya. Por eso se hace tan importante que todos los que creemos en ellas hagamos de pequeños altavoces y pongamos nuestro granito de arena en hacerlas llegar a todo el mundo.
ResponderEliminarUn saludo
David
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