Se te queda una sensación de deber incumplido cuando sabes que tienes una deuda y que no la vas a poder saldar porque la persona con la que estás endeudado está muerta. Como comprenderás no se trata de una deuda económica, porque de cobrar éstas ya se encargan los herederos, sino de una deuda moral. Yo tengo esa sensación de deuda moral con mi abuelo y mi deuda es la sociedad democrática en la que vivimos. Mi abuelo pertenecía a una generación que creyó en que ellos no tenían porqué ser menos que nadie. Creyeron en la posibilidad de cambiar la sociedad y para ello lo primero era hacer que todo el mundo tuviera acceso a la educación y a la cultura. Creyeron en la posibilidad de un país en democracia, al estilo de las democracias europeas, en el que las mujeres tuvieran los mismos derechos que los hombres y en el que no se persiguiera ni discriminara a nadie por sus creencias o inclinaciones. Creyeron en que España podía ser un estado laico en el que la Iglesia no debía tener privil